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Paso a paso. Batalla a batalla. Siempre hacia adelante… hasta que te venzas a ti mismo. ¡Ya nada pod

  • Foto del escritor: Luis Montoya Birrueta
    Luis Montoya Birrueta
  • 29 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Puedo decir que la paciencia no ha sido una de mis virtudes precisamente. De hecho, durante algún tiempo de mi vida desarrollé ciertos proyectos, intentos de negocio, y búsquedas de empleo, en los que fracasé sin llegar a ningún lado; algunos fueron fracasos estrepitosos.

Ahora pongo la mirada hacia atrás y me pregunto, ¿qué puedo aprender de todas esas situaciones? La respuesta es, ser paciente, perseverar, y no dejar de avanzar.

Mi impaciencia, así como la necesidad para que dieran resultado rápidamentemis esfuerzos, dedicación, y búsqueda, me llevaron a dejar mi turno para ponerme en la fila ahora, pero de otra actividad o giro.

Iniciaba caminos y no los continuaba hasta llegar el final. Dejé muchos caminos empezados; algunos los había dejado muy rápidamente, otros no tanto, y muy pocos los avancé algo más. Me hice aprendiz de mucho y maestro de nada.

Sin embargo, la única vez que fui paciente, perseverante, manteniendo el rumbo, y con el corazón por delante, tuve mucho éxito, incluso más del que me hubiera imaginado. Me refiero a la época en la que estuve en el mundo del espectáculo.

En esa época iba paso a paso, superando los obstáculos pero sin pelearme con éstos, dejaba que fluyeran en y por mí como cuando el agua del río rodea una roca que está en su cauce. Seguía sin más hacia adelante siempre. Mi corazón iba por delante y sólo deseaba convertirme en aquello que tenía en mis sueños. Utilicé sin ser consciente la Ley de la atracción, (aunque yo la llamo, nuestra capacidad de manifestación y materialización). Me funcionó a la perfección. ¡Fue increíble!

Pero perdí esa chispa y paciencia, convirtiendo mi vida en una batalla por todos lados; una pelea campal con la piedra del cauce del río.

Los requerimientos, obligaciones, y responsabilidades del sistema, me habían devorado y no tenía tiempo, ni cabeza, ni paciencia, ni nada para volver al estado de quietud, ilusión, y serenidad que me llevaría a escuchar a mi corazón otra vez, fijar el rumbo, y dejarme llevar por la corriente de aire.

El sistema (mundo consumista) se ha convertido en una boca que no es posible alimentar. Se trata de un pozo sin fondo que siempre quiere más. No hay ninguna meta o final del camino. Estamos inmersos en esa suculenta y engañosa manipulación que nos pone todo a mano, de una forma cómoda y accesible, pero a un precio demasiado alto.

Pero, ¿qué pasaría sin bajáramos el volumen de esas voces demandantes que resuenan en nuestra cabeza (mente)? ¿Qué pasaría si escucháramos a nuestros deseos profundos que están en nuestro corazón? ¿Qué pasaría si decidiéramos dar un paso a la vez para subir toda la escalera, o una montaña? ¿Qué pasaría si lograras vencer a ese monstruo voraz que han programado en tu mente, para poder volar en libertad a los cielos que más quisieras ir? ¿Qué pasaría si nunca dejaras de avanzar estando dentro del túnel, por muy oscuro o frío que sea? ¿Qué pasaría si vencieras al ladrón de tus sueños que han metido en tu vida?

¡Ya nada podría detenerte!

Te amo.

Gracias por estar ahí.

“Q-La Vida”

Luis Montoya Birrueta.

 
 
 

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